Los propietarios, poseedores y demás titulares de bienes declarados de interés cultural habrán de facilitar la visita pública a los mismos en las condiciones que se determinen, que en todo caso será gratuita durante cuatro días al mes, en días y horario prefijado. Igualmente facilitarán el acceso, con fines de inspección, a la Administración competente. Igualmente, estarán obligados a permitir el acceso de los investigadores, previa solicitud motivada, a los bienes declarados o catalogados.
Los propietarios, poseedores y demás titulares de derechos reales sobre bienes integrantes del patrimonio cultural de Galicia están obligados a conservarlos, cuidarlos y protegerlos debidamente para asegurar su integridad y evitar su pérdida, destrucción o deterioro.
El incumplimiento de las obligaciones de protección y conservación será causa de interés social para la expropiación forzosa de los bienes declarados y catalogados por la Administración competente.
El inmueble denominado Torres de Meirás, también conocido como Pazo de Meirás, está situado en el lugar de Piñeiro, parroquia de San Martiño de Meirás, término municipal de Sada (A Coruña). El inmueble y su finca constituyen un singular conjunto patrimonial dentro de este término municipal, en una zona privilegiada de la conocida como Terra das Mariñas, que destaca por el valor paisajístico del enclave.
Históricamente está documentada en este lugar, en una finca originariamente propiedad de la familia paterna de Emilia Pardo Bazán, la preexistencia de una edificación de pazo que fue incendiada en el año 1809 por los franceses; reconstruido por el abuelo de la Pardo Bazán, pero quitándole la piedra de armas de la fachada, el pazo pasó a ser conocido como «Granxa de Meirás», empleada por la escritora para pasar muchas temporadas de verano. Al parecer, tras el remate de las Torres, lo que quedaba de aquella «Granxa de Meirás», fue convertida en la actual Casa dos Caseiros. La edificación principal que hoy se conoce como Pazo de Meirás fue construida entre los años 1893 y 1907.
Cuando comienza su construcción, Emilia Pardo Bazán era ya una reconocida escritora, relacionada además con la intelectualidad de la época a nivel europeo, por lo que las Torres de Meirás son un punto de referencia en su vida y en su obra. El lugar se convierte desde este momento en un espacio íntimamente ligado a la ilustre escritora, como su lugar de creación y retiro favorito, donde pasaba largas temporadas, donde tenía instalada su biblioteca particular y donde redactó parte de su obra, como así lo refleja en sus producciones literarias y escritos personales.
Desde este punto de vista, el interés o valor histórico de este lugar está motivado, en primer lugar, como solar de un antiguo «pazo», representativo de la hidalguía gallega y, además, por la relación de la nueva construcción de las Torres con Emilia Pardo Bazán, personaje relevante por su gran transcendencia, tanto literaria como social. Tras la muerte de Emilia Pardo Bazán, en mayo de 1921, se transmite a sus herederos.
A partir del año 1939, la propiedad pasa a manos de la familia Franco. Ya en aquel momento había sido ampliada su extensión mediante la adquisición de otros terrenos y construcciones colindantes con la original. Después de este proceso, la continuidad de su uso en el tiempo y la preferencia que la familia Franco mostraba por el que entonces comenzaba a ser denominado como «Pazo de Meirás», profundizan en el interés por evocar la arquitectura de pazos y con elementos decorativos de épocas anteriores, algunos de ellos conservados en la actualidad. Durante este período se suman al conjunto nuevas propiedades y se va completando con piezas de valor histórico-artístico de diferentes procedencias. Esta nueva etapa refuerza el interés general de este conjunto.
La construcción principal, de aspecto señorial, está constituida por tres torres cuadradas almenadas desiguales en altura y con una fábrica de cantería de granito en las fachadas principales. Las dos torres frontales están unidas por un cuerpo más bajo que aloja un solemne vestíbulo, y entre las otras dos se incorpora una capilla de estilo neorrománico. El conjunto palaciego, rodeado de un extenso terreno con bosques y restos de jardín, lo constituyen distintas construcciones anexas al edificio principal, al que se le fueron añadiendo elementos decorativos y etnográficos, como balaustradas y pináculos, fuentes, escalinatas y réplicas de varias piezas; así como cruceros, hórreos y blasones, algunos de los cuales gozan de la declaración genérica de bienes de interés cultural.
En este sentido, es de resaltar el valor intrínseco de la edificación de las Torres de Meirás desde el punto de vista de su calidad formal y de sus características de estilo. Comenzadas a construir en el año 1893 representa un ejemplo singular dentro de la arquitectura de finales del siglo XIX y principios del XX, ejemplificando la elección de un determinado tipo de mansión señorial, en este caso caracterizada por la inspiración historicista de tendencia medievalizante y concretamente de estilo neorrománico.
Procede señalar que, desde el punto de vista de la arquitectura civil, aunque existen otros edificios de este mismo estilo en las proximidades de la comarca o en el ámbito de la comunidad autónoma, destaca tanto por su singularidad como por la significación cultural y simbólica que adquirió con el paso del tiempo. Ninguno de los edificios de estilo similar iguala al de Meirás en dimensiones, en contexto histórico, en coherencia conceptual y en calidad formal.
A su relevancia histórica y arquitectónica se le añade el valor paisajístico del enclave. La importancia de la edificación viene reafirmada por su privilegiado entorno, inmersa en un frondoso parque dentro de una finca cerrada y delimitada por un muro de mampostería, así como por su situación estratégica determinada por su proximidad a la costa, dominando las amplias vistas sobre una extensa zona de las Mariñas y la ría de Sada.
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